Article de Pilar Rahola a "La Vanguardia", 26/03/2011.
No sé si situarlo en el cajón del miedo, allí donde habitan los temores de nuestra sociedad. O si es simple buenismo irresponsable. O si surge de una mezcla de ignorancia y comodidad. O si se trata de un caldo indigerible que suma todos los ingredientes. Sea por lo uno, por lo otro o por el potaje de todo, lo cierto es que en la España actual El Quijote debería reinventar su famosa expresión. “Con el islam hemos topado, Sancho”, diría el buen caballero andante, ahora que la iglesia ha perdido sus incisivos y ya no marca el bajo palio de las leyes democráticas. Pero el islam es otra cosa, especialmente en boca y acción de aquellos que tienen una mirada fundamentalista de su fe.
Sorprendentemente permitimos a los islamistas dichos u obras que no permitiríamos a otros, y cuya tolerancia es tan incomprensible como letal. Pongamos dos ejemplos más recientes. Por un lado, la proclama incendiaria de Abdenur Prado y sus declaraciones posteriores en Els Matins de TV3, en ambas dos jugando con fuego con el fuego del terrorismo. Lo curioso es que Abdenur iba de tolerante y parecía el ejemplo de interlocución democrática con la administración, o así lo creíamos los que hemos denunciado que los imanes integristas no deben ejercer esa función. Y por ello mismo su organización, Junta Islámica, había sido regada con el maná de las subvenciones públicas. Tras decir que merecemos otro 11-M (“metafóricamente”, rectifica), y después de afirmar que los atentados de Atocha y de Madrid no habían sido obra de yihadistas islámicos, ¿qué ha ocurrido?
De entrada el fiscal general no ha actuado en su contra, casi ningún líder político ha expresado su horror, ni se ha anunciado que quedará fuera de cualquier ayuda pública. ¿Y si las pérfidas barbaridades de Prado las hubiera dicho un vasco? ¿Se imaginan al presidente de una organización vasca subvencionada asegurando en un artículo que merecemos otro Hipercor? Hoy ya estarían ardiendo el Congreso, la Fiscalía, Moncloa y hasta el árbol de Gernika. Pero con el islamismo hemos topado… Miren el segundo ejemplo. Desde hace años Mercabarna mata a los animales con el rito halal. Es decir, los degüella sin ningún sedante, los deja que se desangren mirando a La Meca y hace negocio vendiendo esa carne torturada a otros países. En el mismo territorio donde prohibimos por ley la matanza popular del cerdo, porque era terrible y cruel, miramos a otro lado si la barbaridad se hace en nombre del islam. ¿No habíamos quedado, desde la Ilustración, en que los dioses no hacían las leyes? ¿No se basa nuestra libertad en impedir que fanatismos religiosos escriban las reglas de nuestra democracia? Así parecía hasta que llegó el islamismo y empezamos a mirar hacia otro lado. Se le llama apaciguamiento, el mismo que hizo Chamberlain con Hitler. Ahora no recuerdo si le funcionó…
2 comentaris:
Me gusta mucho su sitio. Excelente contenido. Por favor, continúe publicar contenido tan profunda.
Muchísimas gracias!
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